Prólogo a la primera edición

Nuestra Argentina es un país ganadero, de conciencia carnívora. Aqui, desde el nacimiento se está sumergido en una sugestión favorable a la alimentación cárnea. Ni se supone que pueda ser de otro modo. Pero como médico, muchas veces debo privar de carne al enfermo; es excepcional que deba privarlo de vegetales. El paciente o alguno de los suyos exclama: “¡Pero uno así se puede debilitar!” Suelo decirles: “Si Ud. no procedede una raza india, desciende de europeos como yo, y ¿quién come churrascos en el Viejo Mundo? ¡Y la gente tan sana y tan fuerte!”

Es que los residuos de las proteínas animales son más tóxicas y más difíciles de eliminar que los de origen vegetal, proteinas que las hay, y muy buenas. Y conviene recordar que regímenes a base de ensaladas, verduras cocidas, cereales y harinas integrales, son muy ricos en minerales y en vitaminas naturales, amén de ser notables desintoxicadores, por lo que éstos sí que son adecuados para combatir la temida “debilidad”. Con toda frecuencia admite la gente: “¡Ah, sí! ¡Yo soy de muy buen comer!”, o si no: “A mí me gusta comer bien”. Y cuando se analiza este “buen comer” resulta que consistía en excesos de cantidad y calidad, donde se destacan cárneos y grasosos, como milanesas y parrilladas, amén de picantes, conservas, embutidos, y su lógico cortejo obligatorio de alcoholes y tabacos. ¡Si supieran cómo este agradable suicidio en gotas —o veces a chorros— va minando las nobles defensas naturales!

La arteriosclerosis, el envejecimiento precoz de las arterias, es la hija predilecta del régimen —diría del “antirrégimen”— recién enumerado. Y bien: la arteriosclerosis es hoy el primer factor de muerte para la humanidad; el segundo es el cáncer. De las enfermedades no mortales, la primera es el reumatismo.

La ciencia concentra su mejor eficacia en combatir gérmenes, pero no se demuestra tan eficaz con las enfermedades crónicas degenerativas. Y así comprobamos desolados el auge de los males no microbianos, pues a más de los “tres grandes” recién mencionados, sigue creciendo el porcentaje de las mentales, las úlceras, la diabetes, etc. Es de toda evidencia que urge aumentar las resistencias y la desintoxicación de los organismos.

Por todo lo dicho, este libro de la Sra. de Hess, queno sólo contribuya en un momento económico difícil para los hogares, sino que ayude a crear una conciencia trascendente, con vistas a la paulatina depuración de organismos cada vez más desintoxicados. Sólo así podremos cumplir mejor la fórmula: “Añadir más años a la vida, pero sobre todo, añadiendo más vida a los años”.

Dr. J. A. QUIÑA GONZÁLEZ

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